El verano se resiste a irse, se agarra a las cosas su intenso amarillo, el cielo azul parece perenne, incluso el calor continua derritiendo hasta el más firme asfalto.
Y a pesar de ello somos conscientes que acabará por marcharse, dejando atrás millones de cosas buenas, y seguramente alguna que no lo fue tanto, pero sin duda, vivido y disfrutado en mayor o menor medida, y es que no podemos pararnos a pensar que hemos tenido una época mala, un momento de mala suerte, porque en ese momento justo en el que pensamos en lo mal que ha salido algo, nos estamos perdiendo millones de cosas buenas que suceden a nuestro alrededor, como el otoño, que a pesar de que much@s se empeñan en maldecirlo, en dejarlo mal, o intentar hacer que nos invada la tristeza sólo porque cambiamos al otoño... yo lo siento mucho, pero no voy a caer en la trampa, porque... que es lo malo del otoño...?
Tenemos, castañas asadas en la plaza, las calles inundadas de ojas de miles de millones de tonalidades ocre que alfombrean el asfalto, braseros en las casas para calentarnos las manos al llegar, largos atardeceres para disfrutar de una buena puesta de sol, o noches más largas para que tengamos más tiempo de contar las estrellas...yo, creo que eso no está tan mal, no? Por no hablar de los juegos que creamos al hablar con ese vaho que nos sale de la boca, o esas tardes de lluvia tras el cristal oyendo golpear las gotas en la ventana, o esos momentos en la cama en los que nos arropamos hasta las cejas escuchando el viento en la calle... vaya, igual el otoño no está tan mal... y lo demostraré!!!
lunes, 3 de octubre de 2011
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