
De esas zapatillas usadas hasta la saciedad, de los balones pinchados, de las largas noches de verano jugando con globos de agua. De los vasos de leche con Cola-Cao en la cocina y las risas que despertaban a más de uno en mitad de la noche.
¿Que hay de los portería a portería? O del bote-bote y la fiesta de la hoja. De esos dibujos que duraban toda la mañana, de las siestas después de desayunar y los largos días de campo jugando o echando una mano, inflados a melón y sin parar de hacer el payaso para sobrellevar el calor. ¿Que fue de los bailes de Grease? ¿O de las fiestas privadas y las sesiones a puerta cerrada en el local?
De ese blanco y negro, de esa calle llena de nuestras risas y nuestros gritos que nunca desaparecerán aunque los de atrás no paren de empujar.