martes, 26 de abril de 2011

Sol de primavera.


Cae la tarde en la mancha y el sol pretende escudarse tras unas hojas de parra en su último aliento antes de perderse en el horizonte. Se agarra con sus rayos a ellas, intentando mantenerse en el cielo al menos un ratito más.
Dicen que Ibiza tiene los atardeceres más bonitos del mundo, y yo que los he presenciado, puedo decir que razón no le falta, pero tambien he de decir que la mancha no se queda atrás, claro está que no tenemos de fondo el mar, pero ver el sol perderse entre los verdes del trigo en primavera, con un cielo azul radiante, u oscurso si hay nubes de esa que parecen que van a reventar en cualquier momento, o entre parras y olivos, entre molinos de viento...
Estar perdido en mitad del ancho campo manchego, sólo con el sonido de las golondrinas, del viento, de la primavera, y sentir en la piel el regalo del sol antes de esconderse, a modo de tonos naranjas que se difuminan sin perfil con el azul del cielo, eso no es una cosa que se pueda contar, eso hay que sentirlo, y cuando tengo la suerte de perderme por ahí y verlo... me siento vivo.

domingo, 24 de abril de 2011

Las nubes tambien lloran.

Baja el manto de las nubes que se ha descolgado de su pelo hasta la ladera de las montañas, como un telón que cierra la función, tapa las vistas mas lejanas, esconde los rayos de luz que quiere mandar el sol.
Se deslizan las lágrimas de las nubes por el cielo como si no existiera distancia, como si hubiera una carretera que las guiara directamente hasta clavarse en los poros de la tierra, empapandola, convirtiendola en barro para que nada sobre ella tenga la estabilidad suficiente para mantenerse en pie facilmente.
Ya lo ves pequeña, hasta las nubes lloran, y dejan en la cara del viento su rastro triste y gris, como esos surcos que se marcan en la piel del ser humano que deja que sus lágrimas tomen vida en sus ojos y mueran estrelladas con el suelo. Así es, hasta ellas que están en lo más alto, que parecen reinar y manejar todo, desde las más blancas hasta las cargadas de ese azul profundo, son frágiles ante la tristeza del mundo. Se hacen endebles y dejan fluir el agua contaminada de dolor, dando un toque de atención, descargando su ira contra nosotr@s, inundando campos, pueblos y montañas, haciendonos ver que el mundo sin sus lágrimas no sería nada.

sábado, 23 de abril de 2011

Nubes de algodón.


Me encantan las nubes de algodón, o de nata montada, o de nieve... esas que parecen que las podrías coger si las tuvieras cerca, que podrías mullirlas como un cojín, o que incluso podrías morderlas y alimentarte con ellas.
Me gusta verlas, sus formas, sus texturas, esas curvas infinitas, esos recovecos, sus brillos, sus sombras...quiero hincarles el diente, quiero hacerlas mías y tenerlas para siempre, o al menos guardadas en un bote para poder disfrutar de ellas siempre que quiera.
Me gustan las nubes de algodón.