martes, 9 de junio de 2009

El árbol infinito.

Creció de la nada, entre piedras y maleza creció un torreón, con la semilla de la mano del hombre, de estructura dura y aspecto de rey de la montaña. Pasaron los años y allí se mantuvo en pie sin inmutarse, lloviera, nevara, hiciera viento o sol, era igual, el torreón seguía convencido de su poder y más aún el hombre que allí lo dejó.
Poco a poco y tras vencer vueltas de reloj, a su lado fue naciendo lo que en principio parecía una simple y delicada hierba que no tardaría en sucumbir a la fuerza de la naturaleza, pero fue esta misma la que le dio el poder para subir y subir, crecer sin demora alguna para intentar alcanzar el cielo, que era su máxima pretensión. El torreón miraba asombrado sin poder hacer nada y se dió cuenta en el transcurrir del tiempo, que no era invencible, que no sería y que por supuesto jamás lo fue aunque así lo pensara. El árbol siguió creciendo y creciendo hasta llegar a ser conocido por los habitantes del lugar como "el árbol infinito"


(De como una perspectiva puede cambiarlo todo, de como la naturaleza puede destrozar la mayor ilusión del hombre, de como una imagen aparentemente normal puede rozar el surrealismo o romper su barrera por completo)

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