viernes, 11 de febrero de 2011

Desayuno.


Entra fuerte la luz del sol por la ventana, cegando mis ojos con tanta claridad. Intento como puedo agarrar la taza de café para llevarmela a la boca, y despertarme con esa mezcla dulce y amarga a la vez.
Otro día más amanece ajeno al mundo, le da igual lo que hagamos las personas, le da igual lo que suceda aquí o a cientos de kilómetros, el día está dispuesto a avanzar sin marcha atrás, está decidido a aguantar hasta que la luna y las estrellas ocupen su lugar, y aún así, él seguirá estando presente.
Desayuno una vez más con las noticias de un país en cambios, de un deporte rey olvidado de sus súbitos más pobres, de gente que vende su vida sin importarle el daño que pueda causar a los que le quieren.
Las tostadas se deshacen en mi boca, los pensamientos se mezclan en mi cabeza, y un piquito de nerviosismo de nuevo despierta mi estómago... ¿que me deparará el día hoy?.

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