miércoles, 5 de junio de 2013

Siempre hay una puerta.

          Mírala, ¿no la ves? Está ahí, donde siempre, no se ha movido. Y es que aunque no lo creas siempre has tenido una salida, un agujero por el que escapar hacia el principio del cuento. Puede ser que no te hayas percatado de ella, que estuviera disimulada, pero nadie en ningún momento la quitó.
       Mírala, ¿no sientes la fuerza que ejerce sobre ti?. Yo puedo ver como pasa la brisa de fuera por la rendija que queda abajo, puedo notar el jaleo de la calle, puedo escuchar risas e incluso la luz que pasa ilumina buena parte de la habitación.
        Mírala, ¿no te cansas de lamentarte o estar triste? Que ya sé que a veces nuestro universo se descompone, que deshace en pedacitos que a la vez se estrellan con nuestro espíritu. Y sé que es más facil quedarse quieto esperando que te golpeen, que duelan lo menos posible, antes que estar saltando de un lado a otro para esquivarlos. Pero... ¿de verdad crees que merece la pena dejar de luchar? ¿Crees que es mejor dejarse vencer por la nada a vencer el miedo de girar el pomo y ver lo que hay detrás? No me lo creo, no me lo quiero ni puedo creer, sé que hay dentro de ti la suficiente magia como para levantarte una y otra vez por dura que sea la caida, lo sé, te conozco muy bien.
       Mírala, mírala, mirala... no dejes de observarla, no la pierdas de vista, pero tampoco lo pienses mucho, que tienes dos días para disfrutar y uno... hace malo. Actúa, no te pares, que el camino es largo y hay que andarlo, no medites demasiado, corre, salta, haz que te tiemblen las piernas. Pues el brillo que persigues no perdurará ya que aunque no lo creas, las estrellas, también mueren.

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