
Soy agua, me he deshecho como una tableta de chocolate al calor del fogón, tanto que casi llego a evaporarme.
Soy líquido estancado, sin movimiento, sin color, sin sabor, sin apenas vida.
Apenas unas gotas agrupadas soy, empapando un trozo de asfalto moteado por el paso del tiempo, que me recogió sin querer. Y yo no quise acabar aquí, pero las casualidades mismas así lo quisieron, y ahora lucho cada día por recomponerme y hacerme sólido de nuevo, por hechar a andar, por correr y pedalear. Porque mi color no sea ese gris del alquitrán, sino ese rojo que siempre fuí, ese tipo que algún día fui... y seré.